Según datos del Observatorio Europeo para la Seguridad Vial (ERSO), alrededor del 25% de todas las muertes en carretera en Europa están relacionadas con el alcohol, mientras que, aproximadamente, sólo el 1% del total de kilómetros recorridos son conducidos por personas con 0,5 g / l de alcohol en la sangre o más.
A medida que la concentración de alcohol en la sangre (BAC) aumenta en el conductor, la tasa de incidencia de accidentes también se incrementa. El aumento de la tasa de incidencia de accidentes que se deriva de un aumento de la tasa de alcoholemia es progresivo. En comparación con un conductor sobrio, la tasa de incidencia de accidente de un conductor con una tasa de alcoholemia de 0,8 g / l (siendo este el límite legal en 3 de los 25 estados miembros de la UE, en España es 0,3 g /l), es 2,7 veces mayor que la de un conductor sobrio. Cuando un conductor tiene una tasa de alcoholemia de 1,5 g / l su tasa de incidencia de accidente se estima que es 22 veces mayor que la de un conductor sobrio.
No sólo la tasa de incidencia de accidentes aumenta rápidamente con el aumento de la tasa de alcoholemia, el accidente también se vuelve más grave. Con una tasa de alcoholemia de 1,5 g / l la tasa de incidencia de accidentes de gravedad mortal es aproximadamente 200 veces mayor que cuando se trata de conductores que no han ingerido alcohol.
La Estrategia de Seguridad Vial 2011-2020 establece como uno de sus trece indicadores el siguiente:
- Bajar del 1% los positivos de alcoholemia en los controles preventivos
Se han diseñado una serie de intervenciones a llevar a cabo para combatir la ingesta de alcohol y drogas durante la conducción:
- Desarrollar programas de reincidentes en el consumo de alcohol y drogas.
- Mejorar la información de prevalencia y riesgo.
- Planificación de controles de drogas.
- Modificaciones normativas en relación al consumo de drogas.
- Formación especializada de agentes.
- Abordar el uso terapéutico de los medicamentos.
De 0,3 hasta 0,5g/l
(Inicio zona de riesgo) |
De 0,5 a 0,8g/l
(Zona de alarma) |
De 0,8 a 1,5g/l
(Conducción peligrosa) |
De 1,5 a 2,5g/l
(Conducción altamente peligrosa) |
Aumento tiempo de reacción | Peor percepción de distancia | Graves problemas de percepción | Graves problemas de percepción, de atención, de control y coordinación |
Se subestima la velocidad | Problemas de visión | Grandes problemas de atención y coordinación | |
Problemas de coordinación | Incremento de la somnolencia |
– De 0,3 a 0,5 g/l: Excitabilidad emocional, disminución de la agudeza mental y de la capacidad de juicio. El riesgo de sufrir un accidente se multiplica por 2.
– De 0,5 a 0,8 g/l.: Reacción general más lenta, alteraciones en los reflejos, comienzo de la perturbación motriz, euforia en el conductor, distensión y bienestar, tendencia a la inhibición emocional, comienzo de la impulsividad y agresividad al volante. El riesgo de sufrir un accidente se multiplica por 5.
– De 0,8 a 1,5 g/l.: Estado de embriaguez importante, reflejos muy perturbados, pérdida del control preciso de los movimientos, problemas serios de coordinación, dificultades de concentración de la vista, disminución notable de la vigilancia y percepción del riesgo. El riesgo de sufrir un accidente se multiplica por 9.
-De 1,5 a 2,5 g/l: El riesgo de sufrir un accidente se multiplica por 15.
– Aunque nos creamos en pleno uso de nuestras facultades físicas y mentales con la ingesta de alcohol estamos multiplicando el riesgo de sufrir un accidente.
– Hay que ser consecuente: trata de impedir que otras personas que hayan bebido cojan el coche. En todo caso, nunca subas al coche con él.
– El alcohol no sólo está relacionado con una mayor accidentalidad, sino que también repercute en una mayor mortalidad, al ser un factor relacionado con un peor pronóstico en las lesiones sufridas.
– Aún con tasas de alcoholemia dentro de los márgenes legales permitidos, nuestro nivel de riesgo de accidente de tráfico puede verse incrementado. La única tasa segura es 0,0%.
El peatón, como usuario más débil de la vía, necesita también estar en pleno uso de sus facultades físicas y mentales para no correr riesgos.
La ingesta de alcohol y/o drogas también supone un peligro como usuario de la vía pública.
Menor percepción o percepción equivocada de su entorno, pérdida de visión, mayor asunción de riesgos, son consecuencias que se derivan de la ingesta de alcohol, aumentado la posibilidad de sufrir un atropello.